Reflexión del Evangelio del día : Viernes 14 de junio de 2024
Lectura del primer libro de los Reyes 19, 9a. 11-16
Salmo 26, 7-8ab. 8c-9abcd. 13-14
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 27-32
¿Qué haces aquí, Elías?
El profeta Elías se encuentra en una situación que podríamos llamar desesperada. Su defensa del Señor, frente a la deriva de la fe del pueblo que olvida la Alianza con Yahweh y su enfrentamiento a los falsos profetas y al poder del rey, le ha convertido en una persona peligrosa a la que se decide que hay que eliminar.
Presa del miedo y de la angustia ante la amenaza de muerte, sale huyendo precipitadamente y llega al monte Horeb, monte sagrado en el que Dios se había manifestado, y se esconde en una cueva.
En esa situación de debilidad extrema, siente la llamada del Señor: “Sal y permanece en pie ante el Señor”
Pero lo que Elías percibe que ocurre fuera es un huracán, un terremoto, fuego… tal vez lo mismo que él llevaba por dentro y que le estaba devorando. Y en todo ello no descubre al Señor que pasa.
Por fin, algo así como el susurro de una brisa (en el original hebreo más cerca del “sonido” del silencio), y Elías sale fuera y se mantiene en pie a la entrada de la cueva.
En ese momento de calma y de silencio se vuelve a escuchar la palabra que el Señor le dirige: ¿Qué haces aquí Elías?
Su respuesta atropellada y llena de pasión, sólo puede fijarse en su situación personal, a la que ha llegado por defender al Señor. (Leyendo el texto completo comprobamos que la pregunta y la respuesta se habían dado ya antes, y se repiten exactamente igual ahora).
Y el Señor le muestra una salida a su situación absolutamente inesperada: va a volver al lugar del que huía y va a realizar una misión que el Señor le encarga. Su vida adquiere de nuevo sentido en esa misión que se le encomienda.
Qué bueno será que nos preguntemos a nosotros mismos y nos dejemos preguntar por Dios ¿Qué haces aquí?
Pero yo os digo…
En el capítulo 5 del evangelio de Mateo, después de haber proclamado las Bienaventuranzas como “libro de ruta” para el camino personal y la realización del Reino, Jesús va a “descender” a la arena de la vida concreta, para que podamos ir entendiendo lo que nos plantea.
Y comienza por situarse personalmente ante la Ley. Él no ha venido a abolir la Ley, sino a darle cumplimiento. E inmediatamente, entra en puntos concretos de esa Ley para “explicar” cómo se lleva a cumplimiento cada uno de ellos, sin duda con gran sorpresa por parte de sus oyentes de aquel entonces, y más de 2.000 años después también de los de ahora.
Hoy escuchamos su reflexión en torno a la relación del hombre y la mujer y las dificultades que surgen en ella. En un contexto cultural en el que la mujer no recibe ninguna consideración y está sometida totalmente a los varones, Jesús hace una interpretación de la Ley favorable a la mujer.
Y, además, añade un comentario sorprendente por su radicalidad: “si tu ojo…sácatelo”, “si tu mano… córtatela”. Sin duda no pretende que nos arranquemos el ojo o nos cortemos la mano físicamente, pero sí nos indica la necesidad de estar atentos para rechazar todo aquello que surge de nuestro interior y nos inclina a desear o a realizar algo que supone un mal para los demás y también para nosotros mismos. No como ejercicio de negación o de simple ascesis, sino porque lo que verdaderamente deseamos en el fondo de nuestro corazón es vivir desde la propuesta del bien y del Amor que Jesús nos hace.
Hna. Gotzone Mezo Aranzibia